Huellas de carmín

No me gusta hablar de amor.

Nunca lo hago.

Pero ahora, descansando junto a ti, con la cabeza sobre tu pecho, con las manos templadas y suaves de acariciarte, riendo de todo y de nada,

Ahora que paso los dedos tiernamente entre tu pelo corto, despreocupado, sintiendo tu respiración bajo mi cuello, descubriendo con mi mirada la tuya: que observa mis labios, deseando morderlos…

Ahora podría hablar sobre lo que tú me pidieses.

Siempre que me prometieras que estos instantes de plena felicidad, de alegría, de dulzura…

no dejarán cicatrices, sino huellas de carmín.


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